viernes, 21 de octubre de 2011

En el castillo de QUEMASDA

La vida es como los castillos encantados de los cuentos para niños...y no tan niños.
Hay reyes, princesas, príncipes encantados, bufones, fantasmas...
No falta de nada, solo que en la vida no es tan divertido...la princesa puede convertirse en bufón, el príncipe en fantasma... todo depende de la imanación del narrador.
Y esta narradora tienen muy mala baba, así que aquí no es nada lo que parece...               es un cuento.


En el lejano país de..QUEMASDA, había un castillo encantado de haberse conocido, era un castillo con vida propia, él hacía y deshacía a su antojo y manejaba como quería la vida de sus moradores.

Dependiendo del ánimo que tuviera, podía sorprender con una fiesta maravillosa, bailes de mascaras y comilonas que saciarían al mismísimo Carpanta o...por el contrario, si se encontraba de mal humor, se dedicaba a cambiar las ubicaciones de los aposentos, los ropajes y un sin fin de travesuras mas...

La vida en el castillo, era un verdadero caos, sus habitantes, pocos, nunca sabían que pasaría ese día al despertar...

Y ni que decir tiene, que como todo castillo encantado tenia su fantasma de rigor...bueno este mas bien era un fantasmón, no se dedicaba a espantar intrusos, ni a asustar, hacer sonar sus cadenas o dar gritos desesperados y angustiosos, de esos que pondrían los pelos como escarpias al mas pintao.
Noo!!! que va... este se dedicaba a cepillarse por las noches a las tres doncellas, a la princesa del cuento y hasta a la reina cuando el rey se despistaba.


También vivía en el castillo, el príncipe heredero, el cual se turnaba con el fantasma para beneficiarse de las doncellas.

El rey, cuya vida de monarca, preocupaciones, guerras de poder y de mas historietas... peinada abundantes canas y sus arrugas denotaban su cansancio..pero aun así, cuando podía, se pasaba por los cuartos de las doncellas.

La princesa, joven y hermosa a la que pretendían príncipes de lejanos castillos sin encantar, guapos, fornidos, que al traspasar los muros fortificados que rodeaban las tierras del reino, nuestro majete castillo, se encargaba de trasformarlos, en enjutos y enanos, nada agraciados principitos de galleta de chocolate con leche...lo que hacia que la princesa los rechazara sin contemplaciones.
y se conformaba, con las apariciones de nuestro amigo fantasma y las visitas nocturnas a las cocinas, donde el coninero le daba clases particulares y no precisamente de repostería.

La reina, majestuosa en su papel de esposa, madre y señora del reino..pero una picara que aprovechaba cualquier descuido de su esposo...el fantasma no satisfacía sus ansias calenturientas, el conicero por más de la empolvara no daba hecho, así que también aprovechaba las visitas de esos príncipes transformados que de vez en cuando osaban acercarse por el castillo y los consolaba en las caballerizas.

Y el bufón?? era el que mejor vivía de todo el reino, siempre estaba contento y dispuesto a hacer reír...no hacia desperdicios de ningún tipo, así que le daba igual, comer carne que pescado... pillaba a las doncellas en cualquier rincón, a la princesa haciéndose pasar por la noche por el fantasma cuando este estaba beneficiándose de otra dama, a la reina cuando alguno de los principitos se conformaba simplemente con llorar sus penas...al príncipe aprovechando sus grandes borracheras en las cenas de gala, usando los ropajes de las doncellas...al rey cuando este dormía y su mujercita se despachaba a gusto por alguna alcoba y hasta al coninero. que se complacía de que sus comensales quedaran contentos con sus comiditas.

Y pensándolo bien y con este repertorio de personajes, como no iba a estar el castillo encantado??
Encantado de contemplar tales vergeles, fiestas privadas nocturnas, entradas y salidas de las alcobas, cambios e intercambios..
Por eso no podía permitir, que ningún extraño quisiera perturbar la tranquila vida del castillo de aquel lejano país de QUEMASDA.
      Continuará... si el bufón me da tregua!!!!   uffff!!!!



1 comentario:

  1. Madre del amor hermosoooooooo ¡¡¡¡que cantidad de lujuria, mamoneo y folleteo, donde hay uno de esos. Eso parece alguno de los pisos que hay por aquí, jajajaja.

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