viernes, 28 de octubre de 2011

capitulo seis del cuento...y esto sigue.

Estando ya todos en el salón, el alguacil les comunicó que aunque ya casi tenía resuelto el caso, iba a interrogar a todos uno a uno.
Dio orden de que ninguno abandonara el lugar y que él, uno a uno los iría llamando al comedor, donde seguía el suelo, el fantasma muerto.

Cuando estaba a punto de empezar y como obra del destino que no lo hiciera aun, el gran portalón del castillo, sonó, alguien llamaba...

Una de las doncellas, con el permiso del alguacil, acudió a abrir...
Tres sombras entraron rápidamente por el gran hall… dos hombres escoltando a una dama se dirigieron hacia el rey.
-Majestad, venimos de un lejano país, escoltando a nuestra princesa, nos dirigimos a entregarla, sana y salva al que será su esposo en otro lejano país y le pedimos refugio en su castillo.

El rey miro al alguacil, pensando en lo que ya tenían encima y ahora esto.
El alguacil miró a la dama, que aunque tapada por una gran capa y capucha dejaba ver una preciosa silueta y unos grandes, pero tristes ojos negros...y le hizo un gesto de conformidad.

Estaba claro que los interrogatorios debían esperar...el alguacil hablo con los dos caballeros a solas y les explico la situación, pidió mantener a la princesa ajena a todo y que evitaran entrar en los sitios donde yacían los cuerpos del fantasma y del brujo...
aunque si estuvieron de acuerdo, parecía que entre ellos existía cierta ribalidad por quien era mas macho y mas valiente. 
Los caballeros acompañan a la dama a sus aposentos, antes de instalarse en las caballerizas.

La princesa se ofrece a hacer compañía a la dama, pero esta pide estar sola y sin que nadie la moleste.

La noche cae de nuevo y ya cada uno en su refugio, las mentes empiezan a cavilar lujuriosamente...

Las damas se centran en que hay dos nuevos hombres cerca, hombres de verdad y nos los diminutos personajillos que el castillo hacia llegar y los caballeros, en la misteriosa dama, en como seria y lo que le harían.

Y así, calientes como siempre...empezaron los peregrinajes.

-El heredero se paso ante la puerta de la nueva dama, pero el cartel de no molestar le hizo durar y continuo hacia la de las doncellas...llamo a una de ella a acompañarlo y juntos se fueron de regreso a la alcoba donde dieron rienda suelta a su calentura. El príncipe, dejo que la doncella jugase a las comiditas, mientras su mente se evadía pensando en aquella puerta cerrada. La doncella se deleitaba, mientras pensaba en lo que el alguacil escondía entre las piernas y las ganas que tenia de probarlo de nuevo.

-El rey, aprovecho que su esposa desaparecía pensando que el dormía, para dejar entrar a otra de las doncellas, la cual metiéndose entre las sabanas reales, hizo que con el placer, boca del monarca pareciera la del tabernero de cualquier pueblo.

-La reina, se fue directa a las caballerizas, no podía desaprovechar la oportunidad de catar nuevo y fornido varón, o varones... ya que los dos, le dieron un buen repaso, los tres de pie, uno tras ella la inclino hacia  delante y levantándole el camisón blanco y fino, casi transparente, la traspaso con su lanza, aullando la reina como loba en celo, pero pronto fue callada, ya que en esa postura, no fue nada complicado que el otro caballero, le diera algo para acallar sus alaridos de placer.

-El cocinero se armo de un valor y estomago descomunal y fue al cuarto de el ama de llaves... esta esperaba la visita del alguacil, pero ver al cocinero no le desagrado, aunque el cogió aire antes de entrar, pensó que el desahogo era el desahogo y para eso iba...pobre, la que se iba a desahogar era ella, menudo repaso le dio, tantos años de absentismo sexual hacían mella y quería recuperar el tiempo perdido.


-El alguacil estaba en su habitación, meditando, y fue la princesa la que lo visitó, sin mediar palabra se tumbó a su lado en la cama y se dejo hacer...esta vez no fue la gran armadura del caballero la que le dio placer, sino una boca húmeda la que bajo hasta el tesoro de la dama, que no podía entender cuanto gusto recibía..siempre se había dedicado solo a fornicar y eso era la primera vez que lo sentía, pedía mas, que no parara, la excitación de ambos era máxima y moviéndose, retorciéndose fue llegando ella hasta formar una figura magnifica de placer mutuo que los hacía gemir y sudar.

Tras largas horas de vicio y desenfreno todos regresaron a sus camas...

Pero en una de las habitación de la que nadie había entrado, ni salido, pasaba algo... se oían gemidos, sonaban a orgasmos largos y pronunciados...era la alcoba de las dama que había llegado pidiendo cobijo...
Y quien la estaba cobijando tanto?? 
Los placeres recibidos por la dama eran oídos en las otras habitaciones el bufón, pensaba si era el alguacil, el alguacil si sería el heredero y este en la envidia que sentía de no ser el afortunado, pero si ninguno de ellos era!! Quien daba tal gustirrinin a la dama de ojos tristes??

 Continuará...